Azul recordaba cuando era una niña de cinco años muy traviesa, de pelo lacio, largo, negro y muy sedoso, chachetona, ojos marrones y de piel morocha, le gusta jugar y moverse de un lado a otro, era muy inquieta.
Una tarde de invierno, Azul se encontraba en el piso del living con sus muñecas cuando escucho fuertes gritos y llantos los cuales provenían de la habitación de sus padres. Ella era muy curiosa, como cualquier chico de su edad, asique fue a ver que sucedía.
Cuando estuvo en frente de la puerta, que estaba abierta, vio una situación paralizante: Su padre golpeó a su madre muy violentamente.
Sandra(mamá):-¡No me pegues!-
Víctor(su padre) se dio cuenta de que Azul los estaba viendo y al instante cerró la puerta, el ruido de la misma la aturdió . Azul se encontraba afuera de aquella habitación totalmente inmóvil, con esa mirada indefensa e inocente, y por esa misma puerta de madera áspera y ruidosa, salió Víctor con aires de sobrador, con una mirada fría la cual visualizaba a Azul, pasaron tan solo segundos y él, sin despedirse, se fue de aquella casa con la maleta a medio armar y Azul no lo volvió a ver nunca más. Entró a aquella habitación para contener a su madre que lloraba desconsoladamente pero, al ir corriendo con los brazos abiertos para darle un fuerte abrazo, solo sintió el rechazo de su madre.
Azul:-Mamá ¿Porqué lloras?-
Sandra:-Por nada hija, andate-(Secándose las lágrimas)
Azul:-No mamá, no llores-(con los ojos lagrimosos y acercándose)
Sandra(gritando):-¡Dije que te vayas!-
De la misma manera que Azul entró, se fue.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario